MADRID.- La construcción de cinco grandes embalses y la línea de alta tensión más larga del mundo en la Patagonia chilena, un territorio prístino del sur del país andino, está generando un fuerte polémica en la nación más desarrollada de Iberoamérica.
El proyecto completo -liderado por la empresa eléctrica española Endesa, que controla el 51% HidroAysén, participada por la chilena Colbún con el 49% restante-, no sólo consiste en la construcción de los cinco embalses hidroeléctricos, sino en el transporte de la energía producida a través de una línea de más de 2.200 kilómetros para suministrar energía a la capital del país, Santiago.
La electricidad también viajaría otros 1.300 kilómetros hasta Atacama, para suministrar energía a las grandes explotacioens de cobre del país.
Se trata del mayor proyecto energético de la historia de Chile y seguramente, es ya el que más protestas y críticas está generando, cuando todavía no se ha puesto ni la primera piedra.
La filial chilena de Endesa también fue el foco de violentas protestas de los mapuches, indígenas del sur de Chile, cuando hace menos de una década se construían otras presas hidroelécricas en el río Bío Bío, que ya están en explotación.
El faraónico proyecto ha concitado las críticas de diversos colectivos de ecologistas, expertos, intelectuales y habitantes de la XI región de Chile. Entre ellos están asociaciones indígenas de mapuches y tehuelches, y hasta el millonario y filántropo estadounidense Douglas Tompkins, propietario de cerca de 300.000 hectáreas en la región vecina dedicadas integramente al ecoturimso y la conservación.
Por su parte, HidroAysén defiende el proyecto con diversos estudios energéticos que prevén que la demanda eléctrica de Chile se duplicará en los próximos años 10 años. El plan, denominado Proyecto país, pretende inyectar a la red eléctrica de Chile 2.750 megawatios –que representará el 20% del total de la electricidad– cuando estén concluidas las obras en el año 2018, tras una inversión que rondará 2.700 millones de euros.
Endesa, propietaria de los derechos del agua de numerosos ríos del país, fue multada en enero del año pasado por el Gobierno con tres millones de euros por no llevar a cabo planes de explotación en los ríos bajo su concesión. Otras grandes empresas también fueron multadas por la misma causa con más de 20 millones de euros.
La presión del Gobierno ha impulsado al gran proyecto, que llevará a la región virgen más de 4.000 trabajadores e ingentes cantidades de maquinaria pesada, para los que no existe ni alojamiento ni infraestructuras. Este será otro de los grandes impactos, según los opositores al plan de HidroAysén.
Frente a las protestas, el plan ha recibido el apoyo del Gobierno, que deberá aprobar este año el informe de impacto ambiental. El año 2009 está previsto que comienen las obras. El Ejecutivo de la presidenta Bachelet desea el crecimiento de la oferta eléctrica ante la dependencia energética del país en un 70%. Actualmente hay serios problemas con Bolivia, que se niega a suministrar gas natural a Chile, ante su negativa de conceder una salida al mar a los hidrocarburos bolivianos.
Sin embargo, el Consejo de Defensa de la Patagonia Chilena, integrada por decenas de organizaciones sociales y ambientales, no cede en sus críticas y ha llevado la protesta no sólo a los medios y a las calles, sino a las librerías. 'Patagonia chilena sin represas', será presentado mañana martes en Madrid en la sede de Greenpeace. El libro detalla los impactos ambientales del proyecto con montajes fotográficos que explican cómo cambiará el paisaje tras las obras. Un par de ejemplos se muestran en esta página.
Los opositores aseguran que la línea electrica dividirá en dos al estrecho país situado entre los Andes y el Pacífico, a lo largo de ocho regiones y 200 comunas. Añaden que miles de propiedades resultarán afectadas y que 12 áreas de protección de la avifauna quedarán desprotegidas y serán causa de mortandaz al colisonar con los cables.
También aseguran que cerca de 16.000 hectáreas quedarán sepultadas bajo el agua de los embalses, obras, pistas de cientos de kilómetros y líneas de alta tensión. Otras 4,6 millones de hectáreas sufrirán el impacto visual de tanta infraestructura. Los críticos que piden ayuda internacional ante un proyecto que según ellos, «nunca alcanzaría un permiso ambiental en Europa ni EEUU por sus impactos en un medio virgen».
De la condición prístina de la zona da cuenta el hecho de que en la inmensa región donde se construirán las presas hay tres pequeñas poblaciones con tan sólo 3.837 habitantes. Los ríos sobre los que se asentarán los embalses, son el Baker y el Pascua. Son cursos fluviales de origen glacial que mantienen un caudal sostenido de entre 400 y 1.500 metros cúbicos por segundo.
La propuesta de los ecologistas es implantar un plan de ahorro y eficiencia energética en Chile, promover las energías renovables y diversificar el origen de la energía en otros puntos del país. De otra manera, el creciente ecoturismo en esa región se iría traste, concluyen.
Fuente: ElMundo
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