En el caserío de Cal Peraire las cosas empezaron a cambiar cuando Jordi Rodón se mudó con su familia a una de las seis casas entonces abandonadas. Querían una vida diferente a la que podía ofrecer Barcelona, pero con las comodidades de una urbe.
Para ello necesitaban de energía eléctrica. Un servicio que actualmente parecería fácil de obtener, pero que se convirtió en un verdadero quebradero de cabeza para estos vecinos.
Como había que hacer toda una instalación de cableado hasta la punta de la montaña para abastecer a esta pequeña comunidad, las compañías de electricidad convencionales terminaron por persuadir a Rodón de no contratar el servicio.
Fue así como la energía solar se convirtió en la única solución para poder tener luz eléctrica.
Placas para todos
La respuesta al problema la dio la asociación SEBA, que agrupa a aquellas personas que utilizan en sus viviendas sistemas de energía solar, bien sea para producir electricidad, agua caliente u otra forma de utilización de energías renovables.
"Son sistemas que permiten generar energía eléctrica directamente con la luz solar. Si además utilizamos un elemento de almacenaje, como son las baterías, podemos tener electricidad las 24 horas del día", le explica a BBC Mundo Jauma Serrasolses desde la sede de la asociación de la que es el secretario.
El proyecto era sencillo, instalar una serie de placas fotovoltaicas que produzcan la energía suficiente para las seis familias de Cal Peraire, a partir de lo que cada quien consumiría al día.
"Digamos que esta sería la solución para quienes viven en zonas aisladas. En Europa hay pocas, pero en el mundo hay más de dos millones de personas que no tienen, y a este ritmo nunca tendrán, un sistema de electrificación convencional", agrega Serrasolses.
Una lista
Para que un proyecto comunitario en el que cada hogar tiene un "cupo" de energía funcione hay que analizar primero el gasto de electricidad que cada vecino tiene, para así poder diseñar un plan de consumo que sea eficiente para todos.
"A cada casa nos preguntaron para qué queríamos utilizar la electricidad y tuvimos que hacer una pequeña lista donde dijera 'yo quiero una nevera, una lavadora de ropa, tendré una tele tres horas al día, también tendré un ordenador y una tostadora... ¡No, la tostadora no!' Porque todo lo que es generar calor con electricidad es muy costoso".
Jordi Rodón también le cuenta a BBC Mundo, desde la parte más alta del vecindario donde están ubicadas las placas, que al final cada quien hizo una lista "a partir de las cuales dijeron: 'tantas placas'".
Que se traduce en 85 y que dan una potencia de 4.400kw al día a cada vivienda. "Es decir, lo mismo que puedes tener contratado en tu casa de Barcelona o donde sea", agrega Rodón.
Como el agua
Detrás de los imponentes paneles, arriba de todo y con una vista desde la que se aprecia todo el parque natural hay una pequeña casa de madera que sirve para resguardar todos los equipos y las baterías que se necesitan para convertir los rayos de sol en electricidad.
Ese sistema o micro red lo que hace es guardar en las baterías toda la energía que puedan captar de manera tal que un computador distribuya a cada casa el cupo de electricidad que tienen contratado.
"A mi me cuesta menos entender si imagino que es agua, ¿no? Tienes un depósito de agua y yo gasto mucha agua. Entonces piensas que no hay tanta agua como queramos. Aquí cuando se tapa el sol no se llenan las baterías y para que cada quien pueda consumir sin perjudicar a los demás, cada casa tiene un pequeño contador que va regulando lo que tienen contratado", aclara Rodón.
"En verano, cuando hace sol, es mucha más la energía que entra, que la que se puede guardar. Es como si tuvieras un depósito de agua y tuvieras allí echando agua. ¡Llega un momento que rebosa! Y aquí nos pasa lo mismo, muchas veces está rebosando y dices '¡Ojalá con esta energía pudiéramos hacer algo!' Pero se tira".
Conciencia egoísta
Tener al sol como proveedor de electricidad puede cambiar la vida de quien disfruta de este servicio.
"Te vuelves responsable, porque no puedes utilizar la tostadora, o la plancha para planchar la ropa. ¿Qué haces? La descartas, ¿no? Te compras ropas que se planche sola porque claro, ¿la plancha? ¡Aquello son 2.000 vatios!", explica Rodón quien agrega que cuando van a Barcelona les asombra ver cómo se despilfarra la energía.
"Igual entras a casa de alguien que tiene unas luces halógenas de la ostia, que consumen y dices '¡joder! ¡Caray, como os pasáis!'".
Por su parte, para Vincens Boher, quien hasta hace no mucho el gas butano era lo que le proveía luz a su casa, la energía solar también introdujo cambios en su vida.
"Cuando llegué aquí no podía tener televisor, ¡hasta que Jordi (Rodón) compró uno y vino a ponerlo en marcha! ¡Esto es el porvenir! Por lo menos aquí en España, que se dejen de tonterías, que entre esto y la eólica tenemos de sobra para vender ¡hasta al extranjero!".
Sin embargo, Jordi Rondón aclara que todos estos cambios de mentalidad, en cuanto a la utilización de energías renovables, son producto de la necesidad.
"Aquí tienes una conciencia, por decirlo de una manera, un poco egoísta. Es decir, tu lo que quieres es tener luz. Entonces, ¿por qué apagas las luces? ¿Porque eres ecologista? ¿O porque quieres que las baterías continúen llenas?"
Fuente: BBC
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