El establecimiento de una tasa turística de 10 dólares por día podría ser suficiente para financiar medidas que eviten el deterioro de los ecosistemas antárticos causado por los más de 50.000 turistas que anualmente visitan el continente helado.
Esta es una de las conclusiones del estudio 'Valoración del impacto ambiental del turismo comercial sobre los ecosistemas antárticos', promovido por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Fundación Abertis, que ha sido presentado hoy.
Esta tasa sería complementaria a otra de la misma cuantía que los turistas ya pagan a la Asociación Internacional Tour Operadores Antártida, el ente encargado de coordinar el turismo en la zona.
Durante la presentación del informe, la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, ha considerado que la actividad turística creciente en "esta tierra de nadie y de todos" debería contar con un régimen de planificación y gestión más exigente que preserve a la Antártida como "laboratorio de sensibilidad".
Los principales impactos de los visitantes provienen del coste ambiental de los desplazamientos en emisiones de dióxido de carbono.
El estudio revela que cada turista emite cerca de 4,4 toneladas de CO2 en su viaje, lo que equivale a las emisiones del consumo eléctrico medio anual de un hogar europeo con tres inquilinos.
Otros impactos, de menor incidencia pero de creciente relevancia, son las alteraciones en el comportamiento de la fauna y la flora y en el suelo, las especies invasoras y el calentamiento global, que todavía son reversibles.
Emisiones contaminantes
Javier Benayas, autor del estudio junto a Martí Boada, ambos investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha señalado que con la tasa de diez dólares se podrían financiar dos medidas importantes: una mejor formación de los guías y la inspección con observadores independientes a bordo de los cruceros para garantizar el cumplimiento de la normativa existente.
Para cubrir el coste de la tercera medida, barcos de vigilancia turística que se encargarían de inspeccionar las operaciones de los cruceros, controlar la pesca ilegal y prestar apoyo en labores de rescate, se necesitarían cien dólares.
El transporte marítimo -una modalidad que utiliza casi el 90 por ciento de los turistas- es el responsable del 56% de las emisiones, mientras que los aviones suponen el 44% restante (los vuelos sin aterrizaje constituyen el 9% de las visitas).
El turismo en la Antártida ha aumentado de forma importante en los últimos años, ya que el descenso de los precios de los paquetes turísticos hace que cada vez sea más asequible.
Un viaje desde España de diez días de duración con guía en castellano puede costar unos 6.000 dólares, todo incluido salvo el billete de avión desde y hasta Usuaya (Argentina), aunque la crisis ha hecho que surjan ofertas de hasta 3.000 dólares.
El perfil del turista antártico es el de una persona viajera, de edad avanzada, con elevado poder adquisitivo y cuya principal motivación es el disfrute de pisar el único continente en el que no han estado previamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario