Un estudio en el que colaboran investigadores de Múnich, Dusseldorf, Leipzig y Lübeck detecta que el estrés provocado por la separación de los padres o el cambio de caso puede provocar reacciones alérgicas en los niños.
Las sospechas aumentan: los sucesos estresantes en la infancia son un factor en el desarrollo posterior de dolencias asmáticas, afecciones de la piel o reacciones alérgicas. Tanto situaciones altamente dramáticas -la muerte de un miembro de la familia nuclear y la separación de los padres- como un cambio de casa podrían ocasionar este tipo de reacciones; existen ya algunos indicios de que el sistema inmunológico sirve de intermediario entre el estrés y las alergias.
Factores aún no detectados
Dado que, hasta el momento, no se ha logrado una cabal compresión de estos mecanismos, investigadores alemanes -del Centro Helmholtz de Investigación Medio Ambiental de Múnich y Leipzig, del Instituto de Investigación de Medicina Ambiental de Dusseldorf y del Instituto para Medicina Deportiva de Lübeck- llevan a cabo un estudio epidemiológico para identificar qué factores determinados por el estrés influyen en el sistema inmunológico.
En niños cuyos padres se han separado en los años inmediatamente anteriores, los investigadores detectaron una mayor concentración de péptidos intestinales vasoactivos así como mayor presencia de marcadores inmunológicos como la citosina IL-4. 
Por el contrario, enfermedades graves, la muerte de familiares más lejanos o el mismo desempleo de los padres no provocaron mayor concentración de péptidos. Curiosamente, el cambio de casa sí: el estudio revela que entre niños de seis años la concentración de este tipo de proteína después de una época de estrés ha provocado reacciones alérgicas. La limitada cantidad de casos estudiados impide que los investigadores lo aseveren categóricamente; sin embargo, las sospechas aumentan.
Estilo de vida y alergias
Para el estudio LISA (Lifestyle – Inmmune – System – Allergy) se trata de detectar qué factores de la vida cotidiana influyen en la salud infantil. Para ello, entre 1997 y 1999, se identificó a 3000 recién nacidos en las ciudades de Múnich, Leipzig, Wesel y Bad Honnef. Los padres fueron encuestados en repetidas ocasiones, a intervalos determinados. Cuando cumplieron seis años se realizó exámenes de sangre a 565, en 234 casos se detectó concentración de neuropéptidos. En el lapso de la investigación, un sexenio, un tercio de las familias sufrieron los efectos del desempleo; en la mitad de las familias hubo casos de enfermedades graves. Separación de los padres o muerte en la familia nuclear afectó sólo a uno de cada seis infantes.
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