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jueves, 24 de julio de 2008
Los agricultores deben ser "más verdes"
Los campesinos deben participar en la una revolución “más verde” representada por la llamada agricultura de conservación, según el llamamiento realizado por los cerca de 100 delegados de 36 países presentes en una reunión en la sede de la FAO.
Este sistema de cultivo, (conocido también por sus siglas AC), tiene como objetivo ayudar a alimentar el planeta de una forma más sostenible reforzando los ecosistemas del suelo y reduciendo al mínimo su alteración, en la medida de lo posible.
Según un estudio, cerca del 20 por ciento de la superficie agrícola a nivel mundial sufre erosión u otras formas de degradación. Se trata de una catástrofe potencial, debido a la necesidad de doblar la producción mundial de alimentos para 2050 y poder sostener a una población que superará los 9 000 millones de personas.
Reconstruir una estructura adecuada del suelo y potenciar los procesos biológicos en el mismo incrementa su capacidad para producir cosechas, según aseguraron los delegados en un Marco de Acción adoptado al final de una reunión técnica de tres días dedicada a las formas de invertir en la intensificación de cultivos sostenibles y la mejora de la salud del suelo.
Necesario un cambio rápido
En el encuentro se pidió “un cambio rápido” -en el momento y los lugares que las circunstancias permitan-, hacia sistemas de gestión basados en una alteración mínima del suelo, el incremento de su cubierta vegetal y la adecuada rotación de cultivos.
El Marco de Acción pide también a los donantes y responsables de las políticas que promuevan este tipo de sistemas en sus programas de desarrollo agrícola y para mitigar la actual crisis alimentaria.
Iniciada hace unos 30 años, la agricultura de conservación se practica en la actualidad en 100 millones de hectáreas en todo el mundo. El suelo sufre una alteración mínima, y la siembra se realiza a través de una capa de mantillo existente. La AC, según se explicó en la reunión, conlleva ventajas y beneficios en gran variedad de situaciones, incluyendo las grandes granjas comerciales en Sudamérica, las pequeñas parcelas en África y los sistemas de gran rendimiento en las regiones templadas de Asia.
El laboreo frecuente supone a menudo la destrucción del equilibrio orgánico del suelo, con el resultado de la degradación del suelo y con el tiempo una escasa productividad. Otro grave problema es que los suelos degradados se compactan y absorben menos agua, que tiende a correr sobre la superficie, arrastrando con ella la capa superior. Los campos se hacen menos resistentes a la escasez de agua y la capa freática ya no se renueva con las filtraciones, con lo que se agravan los efectos de la sequía.
Mayor rendimiento
En la reunión se presentaron evidencias de que la AC permite a los campesinos incrementar su rendimiento a la que vez que disminuyen los insumos como fertilizantes, pesticidas y energía.
La AC, aunque no sea una panacea para todos los problemas existentes, es un elemento necesario para una gestión sostenible de la tierra en muchos sistemas y regiones agrícolas. En regiones con condiciones difíciles, como las áridas, se deben mejorar las formas para introducir este tipo de agricultura, con inversiones específicas.
A principios de este mes, el Marco Integral de Acción de la ONU sobre la crisis alimentaria mundial aseguró que “la agricultura de conservación contribuye a incrementar la retención del agua en el suelo y la capacidad de intercambio de nutrientes de las plantas. Estos dos elementos son imperativos para la salud del suelo y para la producción sostenible”.
No es fácil
“No será fácil cambiar rápidamente los hábitos para que la tierra se cultive de una forma que sea intensiva y sostenible”, dijo Theodor Friedrich, Oficial de Agricultura de la FAO. “Si no se consigue –añadió- se puede poner en peligro la capacidad futura del planeta para alimentar a su población”.
La reunión, en la que participaron representantes de gobiernos y organismos internacionales junto a investigadores, donantes, el sector privado, campesinos y ONGs, fue organizada de forma conjunta por la FAO, la Asociación británica de Agricultura Tropical, el Foro para la Investigación Agrícola en África (FARA), el Foro Mundial para la Investigación Agrícola (GFAR, por sus siglas en inglés), el Centro Mundial Agroforestal (ICRAF) y otras organizaciones.
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