Científicos de Australia y Estados Unidos anunciaron hoy el descubrimiento de nuevas especies marinas, entre estas anémonas, coral rojo, y un espécimen de ascidia carnívora, en las profundidades inexploradas del océano y al sur de la isla australiana de Tasmania.
Durante el viaje científico de cuatro semanas, y financiado con dos millones de dólares, los expertos también hallaron nuevas evidencias del impacto causado por los gases de dióxido de carbono en los corales del lecho marino de esa zona, a cuatro y dos kilómetros de profundidad.
"Hemos buscado vida a una profundidad mayor que en cualquiera de las expediciones realizadas previamente en aguas australianas" dijo en rueda de prensa, Ron Thresher, miembro del equipo y experto de la Organización para la Investigación Industrial y Científica de la Mancomunidad de Australia (CSIRO).
Con la ayuda de Jason, un submarino dirigido mediante control remoto y propiedad de la Institución Oceanográfica Woods Holes de Estados Unidos, los científicos encontraron a más de 1,4 kilómetros de profundidad, en la que denomina Zona de Fractura de Tasmania, grandes extensiones de corales cuya formación se remonta a más de 10.000 años.
"Nuestras muestras sirven para documentar la fauna australiana en las mayores profundidades examinadas hasta ahora, incluida una extraña ascidia carnívora, arañas de mar, esponjas gigantes, y también comunidades dominadas por percebes y millones de anémonas con lunares de color violeta", explicó Thresher.
La ascidia es un animal marino que está a medio camino entre los vertebrados y los invertebrados, que tiene hendiduras branquiales y con un cuerpo protegido por una túnica gelatinosa
Thresher explicó que ese nuevo espécimen de ascidia que reposa sobre el lecho marino a 4.000 metros de profundidad, es de unos 50 centímetros de altura y atrapa a su presa cuando nada y la roza.
"Los resultados de la expedición son increíblemente excitantes, nos han dado a conocer más de lo que hasta ahora sabíamos sobre las profundidades marinas", destacó la bióloga Ghislaine Llwellyn, directora del programa del departamento oceánico del Fondo Mundial para la Naturaleza de Australia.
El empleo del submarino de una dimensión similar a la de un pequeño automóvil, permitió al equipo de científicos recoger en un total de 14 inmersiones, cada una de 48 horas de duración, diversas muestras de raros especímenes, así como fotografiar y filmar áreas del lecho marino situadas a más de seis kilómetros de profundidad.
Los investigadores del CSIRO y del Instituto de Tecnología de California, indicaron que algunos de los corales que descubrieron en las profundidades están muriendo, por lo que recabaron datos para estudiar la amenaza que plantean el cambio climático y el creciente nivel de acidez detectado en el océano para la supervivencia de las barreras de corales.
"En la zona también hemos encontrados corales de reciente formación, sin embargo, hay claras evidencias de que ese sistema coralino está muriendo, y eso se nota ya a 1.300 metros de profundidad", dijo el experto del CSIRO.
No obstante, Thresher apuntó que será necesario realizar más análisis antes de confirmar que la acidez de la aguas es la causa de ese fenómeno que afecta a los corales.
Un estudio publicado por el Instituto Australiano de Ciencias Marinas a principios de enero, alertó de que el crecimiento de la Gran Barrera de Coral de Australia, una de las de mayor riqueza biológica del mundo, ha descendido un 14 por ciento desde durante los últimos 19 años.
El Instituto destacó que la caída sin precedentes del crecimiento de los corales en la famosa barrera situada en la costa oriental de Australia, es el resultado del calentamiento del agua de los mares y el aumento de la acidez que se deriva de la subida de dióxido de carbono en la atmósfera.
Los corales adquieren dureza mediante absorción de los materiales que se disuelven en el agua del mar, y según los expertos, cuando grandes cantidades de dióxido de carbono atmosférico llegan al agua del mar, los cambios químicos resultantes reducen la capacidad de estos organismos marinos de formar sus esqueletos.
En 2007, Naciones Unidas alertó de que la Gran Barrera de Coral de Australia, declarada Patrimonio de la Humanidad y con una extensión de 340.000 kilómetros cuadrados, corría el riesgo de entrar en una fase de "extinción funcional".
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